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     biografia de jorge berroa del rio    

 

El día 13 de diciembre de 1938 , en el Barrio del Vedado de la ciudad de La Habana, nació el infante Jorge Berroa del Río. El hogar del recién nacido era de modesta clase media y estaba integrado por su padre, el ingeniero mecánico Agustín Berroa Benítez; su madre, la señora Sara del Río Alvarez, y su hermana, la niña Miriam Alicia Berroa del Río.

Siendo Jorge aún muy pequeño , comenzó a percatarse de que su progenitora poseía facultades que no tenían las madres de sus compañeros de la escuela. Para la señor Berroa no representaba mayor dificultad el poder dialogar con seres invisibles, resolver adecuadamente toda clase de problemas cotidianos, como el localizar objetos perdidos o diagnosticar y curar muy diversos padecimientos de sus hijos y esposo, utilizando para ellos hierbas y productos naturales.

No pasó mucho tiempo sin que el niño Jorge descubriese que él también poseía una innata disposición para observar y sentir cosas que resultaban imperceptibles para los demás. Comúnmente eran tan solo fugaces apreciaciones de colores y sonidos, pero había veces que presentía la presencia de entidades no físicas, no lo comentó con nadie pues algo le decía que aún no era el momento de vivir en dos mundos que presentía eran del todo diferentes.

Fue así como Jorge vio transcurrir su infancia y adolescencia. Estudiando lo necesario para cumplir sus deberes escolares. Una vez terminados sus estudios primarios ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza del Vedado, prestigiado bachillerato en donde forjaría amistades perdurables con varios de sus compañeros.

Un domingo que Jorge iba caminado hacia su casa, después de haber terminado de jugar con sus amigos al billar, se dio la conexión que llevaba tanto tiempo esperando. Esta vez no fueron aisladas voces ni frases incoherentes, sino un mensaje claro y preciso que resonó en el interior de su cerebro indicándole una acción concreta a realizar: debía inscribirse como participante en el programa de preguntas que estaba por iniciarse en la estación de televisión C.M.Q El tema en que debía concursar era la vida y la obra de Ludwig Van Beethoven.

LA NOCHE EN QUE Jorge Berroa recibiera por ver primera una claro mensaje del más allá representó un auténtico parteaguas en su vida. Al escuchar una voz indicándole que se inscribiese para participar en un concurso de televisión sobre Beethoven, el joven de 19 años decidió actuar con gran reserva y cautela. Para empezar, quiso saber quién estaba comunicándose con él. Al escuchar la respuesta que era el propio Beethoven quien le hablaba, Berroa cuestionó la veracidad de semejante afirmación, alegando que el músico alemán no sabía español, y, por tanto, difícilmente podía su espíritu estar haciendo uso de este idioma.

La objeción de Jorge fue objeto de una inmediata respuesta. El invisible ser, cuya voz detonaba un carácter energético autoritario, procedió a explicar que todo cuanto existe en el Universo posee la facultad de emitir vibraciones, siendo estas las que permiten que pueda darse la intercomunicación entre los distintos seres. En el caso de los denominados espíritus, las vibraciones que estos emiten para expresar sus sentimientos y pensamientos son interpretadas como lenguaje por los seres humanos que poseen facultades de mediumnidad, dándose así una comunicación que trasciende la diferencia de idiomas que pueda existir entre espíritus y médiums.

Jorge intentó aducir un último impedimento para llevar a cabo lo que se le indicaba. El desconocía todo lo referente a la vida y música de Beethoven, por lo que no tenía posibilidad alguna de salir airoso en un concurso que versase sobre estos temas. El Espíritu respondió que sería él quien se encargaría de contestar las preguntas que se hicieran, y como él era Beethoven, estaba en mejor situación que nadie para dar adecuada respuesta a cuanta interrogante que al respecto pudiesen plantearle. Y como era de esperarse, el éxito del concursante y del programa había sido rotundo.

Como se ha quedado dicho, la experiencia vivida por Jorge a resultas de su primer indudable contacto con quienes habitan los planos invisibles cambió el rumbo de su existencia. Hasta entonces tenía proyectado estudiar alguna carrera técnica una vez concluido el bachillerato, pero su trato con Beethoven y la recomendación de que este de que adquiriese un piano (lo cual cumplió dando el resto del importe del premio a su padre, quien lo utilizó en la compra de un nuevo auto para la familia) le había llevado a la determinación de convertirse en músico. Sin escuchar las opiniones de quienes consideraban que tenía ya demasiada edad para iniciarse por el camino de la música profesional, Berroa se inscribió en el Conservatorio Municipal de Música de La Habana.

Guiado por intuiciones que surgían de lo más profundo de su ser y que percibía cada vez con mayor certeza, Jorge resolvió que a los estudios encaminados a formarse como pianista y compositor debía añadir otros que le permitieran iniciarse en la comprensión de las ideas elaboradas por los más destacados pensadores que ha tenido la humanidad. Para lograr este propósito se inscribió en la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana. 

En en Conservatorio de Música había hecho amistad con una de sus maestras; cierta mañana en que la acompañó hasta la casa en que esta vivía, la maestra lo presentó a su madre, la señora Esther Gomiz.

-Te has tardado en llegar- afirmó la mujer con amable voz, no exenta de cierto acento de reproche-. Te he estado esperando desde que te vi concursar en televisión, conozco cuál es tu naturaleza, el don latente que posees y que si lo desarrollas te permitirá comunicarte con quienes nos han precedido en el tiempo. Si aceptas o no este don, es tu responsabilidad, algo que solo tú puedes decidir, como también será únicamente tuya la decisión respecto a la forma de hacer uso de ese privilegio que te fue otorgado por la Providencia Divina. Yo solo podría ayudarte a despertar tus aptitudes, si es que te comprometes desde un principio a utilizarlas, no para una vanagloria o enriquecimiento personal, sino para ayudar a los demás a encender su luz interior y a encontrar su camino.

Doña Esther concluyó afirmando que el camino para llegar a ser un auténtico médium era difícil y requería de una gran tenacidad y espíritu de sacrificio. El hecho de que alguien como Beethoven hubiese utilizado el conducto de Jorge para manifestarse, demostraba que este poseía las cualidades necesarias para servir como transmisor de elevados espíritus en forma permanente y no puramente ocasional; pero para ello se requería de un proceso de aprendizaje y de la práctica de rigurosas disciplinas. ¿Estaba dispuesto a ello? Sin vacilación alguna, y sintiendo que daba el primer paso de un riesgoso ascenso a una alta montaña, Jorge Berroa respondió que sí.

El primer avance de Jorge se dio en el campo musical y fue resultado de tomar plena conciencia de los trascendentales efectos que puede tener la música en la conducta de los seres humanos, no tan solo para modificar transitoriamente sus estados de ánimo, sino como instrumento para lograr una profunda transmutación. Basándose en ello decidió que su misión como COMPOSITOR debía consistir en crear una música que, al mismo tiempo que expresase la esencia e identidad del pueblo y la nación de Cuba, propiciase en ambos elevados ideales y anhelos de superación.

Una vez concluidos sus estudios en el Conservatorio, Jorge juzgó llegado el momento de dar el segundo paso en el camino que se había trazado, o sea, empezar a COMPONER MUSICA con las características que él pretendía dar a sus creaciones.

Ramiro Guerra, el talentoso creador en Cuba del Conjunto Nacional de Danza Moderna (denominado posteriormente Danza Nacional), supo ver en el novel músico que era entonces Jorge Berroa a la persona más adecuada para ser el director musical de su grupo de danza. Jorge se entregó de lleno a su trabajo encontrando en este el medio más adecuado para desarrollar su creatividad, empezó a componer obras musicales. 

Fama y honores comenzaron a llegar al compositor. En 1969 fue invitado a participar en el Festival de la Primavera de Praga, evento cultural de prestigio internacional al que acuden renombrados artistas. Fue toda una enriquecedora experiencia.

Después de un tiempo, Jorge decide centrar de nuevo su atención en la que sentía era su principal tarea por realizar: desarrollar al máximo sus innatas facultades de médium.

Bajo la acertada dirección de DOÑA ESTHER GOMIZ, Jorge había ido adentrándose en el mundo de los Espíritus. Percibió primero que esa otra realidad está integrada por múltiples planos y comenzó a diferenciarlos. Superó sin mayor esfuerzo la tentación de establecer comunicación con los seres de los niveles inferiores. Desarrolló la necesaria sensibilidad para hacer contacto con el espíritu que guiaba a su maestra, el de DON ANTONIO CORTINA, el mismo que a partir de ese momento se convirtió también en su mentor.

A través de las enseñanzas recibidas directamente de don Antonio, Jorge fue comprendiendo que lo que que determina el nivel de vibración de cada ser son los objetivos que, consiente o inconscientemente, este se ha fijado como meta. Cuando don Antonio juzgó que su nuevo médium había alcanzado el nivel adecuado para ejercer plenamente dicha función, no se limitó ya a dialogar con él, sino que comenzó a transmitir por su conducto toda clase de enseñanzas y orientaciones. El número de personas que acudían a Jorge buscando ayuda y solución a sus problemas crecía continuamente; si lo que este anhelaba era poder ser útil a los demás, había encontrado la forma de lograrlo.

Jorge continuó con sus actividades musicales, incluso añadió, a sus ya múltiples ocupaciones la de subdirector de la Editora Musical de Cuba, institución que llevó a cabo en la décadas de los setenta y los ochentas del siglo XX, una importante labor de difusión a nivel internacional de la música popular cubana. El desempeño del mencionado cargo permitió al médium y músico establecer relaciones de amistad con un gran número de cantantes y compositores de la isla, algunos de los cuales, como Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, los cuales alcanzarían grandes éxitos y enorme popularidad.

El desarrollo de Jorge como médium proseguía en continuo ascenso. Don Antonio felicitó a su médium por los avances logrados y le comunicó una inesperada noticia: en vista de que estaba ya en condiciones de captar las vibraciones de seres situados en planos superiores, lo iba a presentar con un espíritu con el que había hecho una gran amistad, el de DANTE ALIGHIERI, el genial escritor florentino autor de la Divina Comedia. 

Don Antonio cumplió su promesa y pudo conocer al espíritu de Dante. Era un alma poderosa y sabia, de exquisita y refinada educación. Gentilmente se ofreció para colaborar en el desarrollo de Jorge proporcionándole enseñanzas sobre muy variados temas. Dante poseía increíbles conocimientos sobre la parte secreta y sagrada de los números, de los colores y de la geometría. Desde luego, dominaba también los aspectos igualmente secretos que tienen las letras, las palabras y, por ende, la literatura en general, de tal forma que enseñó a su discípulo una nueva manera de lectura que le permitía extraer de ciertos textos una oculta y valiosa información.

El objetivo central que Jorge había dado a su vida no era el de adquirir una gran erudición, sino el de brindar ayuda a sus semejantes. Aprovechó por tanto sus recién adquiridos conocimientos para proporcionar mejores soluciones a los múltiples problemas que le presentaban las personas que solicitaban su auxilio. En muchos casos se trataba de conflictos derivados de la falta de armonía que predominaba en las vidas de quienes lo consultaban. Para recuperar la pérdida de armonía, a veces se requería tan solo de sencillas medidas, como cambiar el color de la ropa que se usaba, variar el régimen alimenticio o reacomodar de lugar el mobiliario de la casa habitación o de la oficina.

Finalmente, los espíritus de Dante y don Antonio dieron a conocer a Jorge los motivos por los que habían venido interiorizándolo en la comprensión de los grandes ciclos históricos. La suerte del planeta dependía de que los seres humanos lograsen superar la inconsciencia que los dominaba y fuesen capaces de impulsar el surgimiento de una nueva cultura de alcances planetarios. El lugar de la tierra donde estaba naciendo esta nueva cultura era MEXICO. Debían, por tanto, los dos espíritus y Jorge dirigirse a dicho país, para participar activamente en tan importante acontecimiento.

Aplicando su peculiar forma de lograr su desarrollo, <>, Jorge Berroa optó por quemar sus naves y trasladarse a vivir a MEXICO.

Ahora, después de 9 años de vivir en México, Jorge cuenta con un grupo de alumnos, con los cuales trabaja intensamente. Persiguiendo con esta labor de enseñanza en que cada alumno vaya consiguiendo su personal desarrollo y el que todos se sumen, conscientemente, a la delicada operación de participar en la creación de una nueva cultura, firmemente asentada en su conexión con lo sagrado. Además, atiende a un gran número de personas que recurren a él en busca de una armonía interna.

 


(Tomado del Libro “Hombres que quieren ser”, de Antonio Velasco Piña)

 

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